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Saturday, November 11, 2006

Vitreaux

“Nada más frágil que la facultad humana de admitir la realidad, de aceptar sin reservas la imperiosa prerrogativa de lo real”
(Sigmund Freud)

Son muchos; una mesa cuadrada, infinita, los separa inmediblemente, los reúne inevitablemente.
Han brindado nuevamente; el ebrio (que puede no serlo, un buen farsante o quizá sea, quien escribe, horrendo interpretador) imposta la voz y comenzará su triunfal canto:
“Divido mi canto, mi mente, mi triunfo, mi sutil esperanza en un dual mundo”-
-Pero qué es lo que tu dices joven?
-Que las sombras son ficticias y tus ideas inalcanzables! Acércate a este-mi mundo, yace el sol brillante. Acaso no ves que allí adentro tu cuerpo no es real? Te sigue una sombra que simula amistad, más te condena a la pereza y al azar!
Ven! Ven! Aquí, afuera, éste- mi mundo, lo inalterable, inmutable (otra ficción? - me pregunto).
Sobre su espalda carga un libro viejo y el entrecejo enfurece su pensamiento. Rápidamente, acariciándose el cabello y acomodando su humanidad en el sillón, frena el canto del hombre escéptico de las sombras, su voz clara grita:
-Nunca dos, nunca dos! Acto y potencia constitución, semilla y péndulo no son compatibles, tu eres hombre y podrás ser sombra y tu sombra será prontamente humana, no te distraigas, el mal caerá a la tierra, que no es maldad a mis ojos, ni a mi carne, ni siquiera a mi lugar y a mi tiempo, soy sustancia y accidente...
-¿ De dónde has sacado tan inútil idea?-
- De aquél espacio que me has dejado...y por lo alto, encima del globo gris, tuyo y mío el movimiento invisible.
El atardecer caía, los hombres discutían enardecidos, triunfos y disgustos y una sola meca (al menos por ahora). Los restantes, expectantes y permaneciendo en silencio absoluto, bebían.
No creeréis que esta es una seudo “última cena”, mucho menos un banquete platónico, siendo éste último, parodia de la primera y anunciadora de este absurdo aquí esbozado.
Me mantendré al margen de las minuciosas palabras de este grupo de seres, los detalles serán pasados por alto y la situación ficticia es un mero acote de goce, inmediato, de quien deseó por fin (y finalmente) expresar la doxa que tanto disgustó al tipo de las sombras histéricas; pero primeramente he de relatar un poco más sobre la mesa rectangular y los señores en llamas.
Una mesa rectángulo, no sólo es mesa sino rectángulo, y quien dice figura geométrica, podría pensar en un árbol ya inexistente o en la cena furiosa de un grupo de termitas revolucionarias. La mesa, aunque manteniendo la forma convencional de toda mesa (de casa de familia o despacho presidencial), expandía una peculiar manera de adaptarse a cada parlante, discursante o hablador que se dispusiese a comentar los pensamientos acerca de dicho “objeto”.
De este modo, la mesa pudo partirse en dos al escuchar la voz de un hombre inexpresivo, o bien podría ser cómico en su aspecto o...no quiero apartarme del hilo conductor; retomo: Danasio se desgarró las entrañas; las pasiones pertenecían al “allá” pero se originaban “acá” pero no servían para “esto” sino sólo contaminando la póstuma razón. Res cogitans- Res extensa; boquiabierta los comensales observaron como Danasio sangraba, su cuerpo echó a reír, sus entrañas comenzaron a estallar sobre la cara de quienes allí estaban, pero algo comenzó a brillar; El sostuvo la bola de brillo entre sus manos, mientras lloraba el desgarro corporal de su compañero de charla, leía el mensaje “pienso, luego existo”-¿ qué habrá querido decir? Ha muerto sin más! Mira su desgarro, pero definitivamente ha creído si no en sombras, más en brillos cegadores.
La mesa ensangrentada, con un cuerpo inválido y partido por la mitad, se creyó billar, mesa de billar!
Va, viene; va, viene; impresión, creencia, asociación, alguien paría una nueva idea.
-Creo que esa bola vuelve a mí, creo que el golpe lo percibo y creo que puedo habituarme a creer en que creo que me habitúo; preguntaréis en que me estoy sosteniendo sino es Dios o la bola de brillo que tu tienes entre las manos-
-Quizá estés levitando!
-Quizá! Pero no! Observa: esta bola opaca volverá pronto a mí cuantas veces yo la tire y choque con la próxima...Experiencia señores! Experiencia!
Un análisis cinético sobre las bolas de billar jamás podría reproducir con mis pocos argumentos, pero si recuerdo lo que aquél tipo dijo (es hora oportuna de decir que yo también he estado allí): una bola, un choque, y allí, en medio, tu creencia! (pero acaso de este modo, no seré yo quién siempre me esté mimetizando con el objeto a través de la creencia?)
-No te estarás fiando mucho de ello? Quizá abuséis de la experiencia! Y si tomásemos en nuestras manos la bola de brillo que nos ha dejado nuestro difunto desgarrado y junto a ella tus bolas de billar, e intentásemos superar a ambas? Si en lugar de sentarnos a observar tu juego de billar, creyéndonos pasivos, fuésemos nosotros quiénes constituyésemos la realidad? Tu creencia en el movimiento, amigo, no existiría sino bajo la predeterminación de existir aún antes de ser efectivamente movimiento!
-¿Quieres tú decirme que soy yo quien configuro el movimiento del cual yo he hablado?
-Exacto hombre! Configuras el movimiento, como configuras la realidad, jamás como expectante de ello sino constructor y hacedor de esto y aquello!
El diálogo se había tornado intenso, interesante; la mesa yacía calma, medio tersa su madera y aún inmune a las termitas hambrientas. Un licor verde recopilaba palabras sobre un cáliz de hierro.
No pudieron advertir aquellos hombres que una mesa encantadora pudiera ser (en un futuro) cena para insectos, que aún manteniéndose al nivel del hombre, lo único que obtenían como desventaja era no poseer la artimaña del invento o como alguna vez fue llamado: inteligencia.
Fue Federico quien efectuó palabras horrendas que dejaron estupefactos a los comensales. Su pecho en lo alto clamaba derrumbe, éxtasis en un vacío ciego y perplejidad en las miradas ajenas. Prontamente, la realidad se vio afectada por un superador de la especie, un ser jactado de su propio derrumbe. Desde ya, les advierto, no hablaré más de la mesa.
Creímos por ese entonces, encontrarnos en la estupidez y deshonra, creímos la realidad escapada, “una fugaz inexistencia se perpetúa y a penas sin penas, nosotros constituimos la huída sin ambages”, esas fueron sus últimas palabras. Federico murió en la cama de su amante que sonrío sádicamente al saber que el hombre descansaba para siempre.
La realidad tomó la partida!
Actuante principal, constituida o des-constituida, deconstruida, desconcertada, anhelada, manoseada.
Los antiguos enaltecían la claridad, la sustancia, los cielos, los mundos diferenciados; los modernos, la razón y la experiencia.
-Hoy...no habrá niños hambrientos sin tigres desgarradores, ni tampoco inventos si actúa principalmente un principio de realidad, que en vitreaux, por partes, o en anhelo perpetuo de consolidación, existe. El mismo desfase y la proclamación de ordenamiento dan cuenta de una nueva situación paradigmática que en pos de resolución o disolución esperada, nos mantendrá expectantes.
A fuerza de entender lo que nos dijo aquélla noche Round , seguimos bebiendo.
Condenados a la libertad! Grita Pablo, y todos sonreímos creyendo liberarnos realmente del peso de nuestro propio principio de realidad; más nunca él quiso decir tal cosa. La libertad es elegida, y en la acción y la palabra se funda esa libertad que de anarquía no tiene nada.
-No levanten manos, ni siquiera hagan la vertical! Nuestra elección, nuestro discurso y sobre todo nuestra acción conllevará a la libertad que nos condena, en un sinfín dialéctico, creándose una a otra.
Como comensal de aquella gran mesa, me dispuse a llevar otro bocado a mi boca.
No pude expresar mis palabras asegurando en ellas una absoluta verdad. Me limité a decir (términos frecuentemente utilizados por quienes hoy día intentan jugar con lo absurdo para abstenerse de la responsabilidad que conllevará reducir lo absurdo y proponerse una nueva clase de ética o humor) que todo, aún tan fragmentado y aún habiéndose la vida (o la muerte) llevado a mis compañeros de mesa al más allá, no conseguía definir lo que conjuntamente habíamos propuesto definirnos.
Jugar con conceptos suele ser divertido para quienes se dedican a la literatura no científica; Borges hablará de laberintos mentales, espacios fragmentados, tiempos y piernas amputadas que se asemejan, Julito en sus tiempos libres tocaba la trompeta y a la hora de los lúdicos trabajos, exponía conejitos escupidos por un personaje asustado de sí mismo, de su propio fin y del actual obstáculo frente a la conspiración con la musa inspiradora (personaje, por cierto que termina suicidado, o en interpretaciones seudo psicoanalíticas de un falso Segismundo, matando a su propia creación: el mismismo Cortázar señores!). Pero jugar con conceptos para quienes se deciden a hacer ciencia suele ser más riesgoso.
No me mal interpreten, no soy ni lo uno, ni lo otro!
Allí; allí residía mi arribo a lo que yo debí definir aquella noche: ni lo uno, ni lo otro.
Una virtualidad que inventa realidades, que se cree irreal pero confusamente profana lo irreal transformándose de ese modo en un doble concepto “real-irreal”.
Una construcción social suena dulce al oído, hasta convincente, pero acaso no esconde nuevamente mi nueva invención (creación, innovación o si se quiere, himno-vación) del doble concepto? Una construcción que se des-construye.
Aquella noche éramos muchos y el vino producía sus efectos no deseados (ni el vómito sartreano, ni el coma alcohólico de doña Felasia ).
Me basta decir para terminar mi relato de tan enriquecedora noche y -como todo acto que enriquece- bastante cruda y por cierto desconcertante, una sola cosa; la pregunta inicial la produjo un hombre ciego, que tampoco podíamos ver, jamás supimos quién fue; la pregunta que expulsó de sus pútridas entrañas (o al menos, eso quisimos creer) fue: ¿qué es la realidad?.
Autores: Giménez- Miano