He afirmado que para establecer una verdad absoluta, es necesario decir que la razón es una. Partiendo de esta idea puedo darle un sustento, a través de un método, a la ciencia. Un pensamiento que carezca de certeza lo consideraré falso y lo eliminaré como verdad.
Partiendo de la duda, debo admitir que no es mí Ser perfecto y debe existir entonces un Ser de mayor perfección: Dios. Las ideas no podían provenir de mí mismo, deberían haber sido puestas en mí por un ser perfecto. Sin embargo, si éstas son puestas en mí por un Dios perfecto yo no tendría la posibilidad de dudar, pero por sobre todas las cosas, de distinguir lo perfecto de lo engañoso.
Por tal motivo, si tengo la capacidad de establecer una verdad absoluta por medio de la razón y garantizarla como “perfecta”, mi Ser al nacer es “perfecto”. En consecuencia, todos tenemos la perfección al nacer, sólo debemos hallarla y experimentarla con las reglas del método. En conclusión nadie es más perfecto que mi Ser, la perfección nace con nosotros. Por tanto, Dios como tal, no existe.
2do cuatrimestre 2011